Adentro

Lev Vladímirovich Kuleshov es recordado en el mundo del cine por su descripción del fenómeno que lleva su nombre. Se trata de la forma en que el sentido de un plano (una imagen) varia según sea presentada en continuidad con otra. El mismo rostro, con el mismo gesto, tendrá un significado distinto (generalmente emocional) cuando aparece el segundo plano, imagen que le completa, resignifica y ata.

Esta serie de Valentina Monsalve me lo recuerda de inmediato. Una mujer mira a través de las puertas y ventanas de una casa. Nos mira o mira algo distinto. Las fotos siguientes nos proponen un juego, una adivinanza en relación con esa mirada. Una flor crece al lado del bordillo gris de una calle, la piel de una mujer se pliega sobre si en toda su fragilidad, una planta prolifera y trepa un muro que parece dibujar un cielo en lo alto; un paisaje inocuo también nos mira, un afuera más distante.

La imagen invisible y final de lo mirado es quien observa. El rosto que ves frente al espejo en las mañanas. La mujer te mira del otro lado de las ventanas, te comparte una sucesión de imágenes que vas a ordenar, te propone un juego: crea el sentido.

El efecto Kuleshov en una serie fotográfica no aplica exactamente las mismas lógicas del montaje cinematográfico. La fotógrafa no controla el orden del visionado de las imágenes, el observador es el montajista, quien busca orden y sentido. El azar definirá tal vez el orden del primer visionado, pero si se es inquieto, ese orden cambiará mil veces en su mente buscando sentido.

El juego de la búsqueda de sentido es un goce derivado de la contemplación del arte.

Juguemos